Carlos III y sus colaboradores ilustrados partían de la idea de que la decadencia española tenía una base económica. Sólo mediante una reforma de la economía se podía revitalizar el país. Como primer paso se lanzaron a un análisis crítico de la economía y la sociedad para buscar soluciones. El progreso del país necesitaba el fomento de la producción y la circulación de bienes. El monarca no contó con el apoyo de la nobleza, por lo que se apoyó fundamentalmente en las clases medias. Estas lograron alcanzar mayores cotas de poder político y el impulso del sistema manufacturero y el proteccionismo económico y comercial.
(Representación de oficios del siglo XVIII)
Con el objetivo de
potenciar el reformismo económico se crearon las sociedades económicas
de amigos del país que eran instituciones privadas impulsadas
desde el poder a través de Campomanes. Se
encargaron de fomentar las actividades económicas productivas.
Organizaban actividades de todo tipo encaminadas a difundir las nuevas
teorías económicas, las ideas ilustradas y fisiocráticas y a proporcionar la
aplicación de nuevas técnicas. Impartían clases de agricultura,
artes, industria…
Otro de los problemas era la falta
de valoración del esfuerzo y el trabajo. El modelo social al que se
aspiraba era a vivir de las rentas como los señores y enriquecerse en
la aventura americana. Por ello en 1783 Carlos III declaró honestas todas
las profesiones mediante la Real Cédula de 1783 con el objeto de promover
el cambio de mentalidad en este sentido.
Con el objetivo de desarrollarla producción industrial española. El estado impulsó la construcción de fábricas. Destacaron como punteras las industrias de bienes de lujo (manufacturas reales): Porcelana del Buen Retiro, Cristales de la Granja, Tapices, Armas y trasladó la Platería Martínez a un edificio en el paseo del Prado, pero no faltaron muchas otras para la producción de bienes de consumo, en toda la geografía española como la producción de paños de lana o de seda. Pero su producción tuvo poco alcance en el mercado ya que se destinaban principalmente a la corte y escasa rentabilidad.
Con el objetivo de desarrollarla producción industrial española. El estado impulsó la construcción de fábricas. Destacaron como punteras las industrias de bienes de lujo (manufacturas reales): Porcelana del Buen Retiro, Cristales de la Granja, Tapices, Armas y trasladó la Platería Martínez a un edificio en el paseo del Prado, pero no faltaron muchas otras para la producción de bienes de consumo, en toda la geografía española como la producción de paños de lana o de seda. Pero su producción tuvo poco alcance en el mercado ya que se destinaban principalmente a la corte y escasa rentabilidad.
La caza de la codorniz es uno de los cartones que Goya entregó a la Real Fábrica en 1775, como modelo para la producción de tapices. |
El impulso de las manufacturas privadas se debió hacer cortando los privilegios de los gremios. Los nuevos núcleos manufactureros: Valencia (seda) País Vasco (metalurgia) y Cataluña con una nueva organización de la producción en la que distintas zonas se especializaron en el cultivo agrícola y otras a la actividad artesanal (hilaturas y textiles). Este desarrollo periférico explicado por la mejor comunicación comercial van a confirmar su desarrollo en detrimento del centro castellano.
Principales centros de producción industrial en la España del siglo XVIII
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Según el censo de 1787, el 14% de la población activa trabajaba en la industria. El sistema más común era el tradicional taller artesano, sometido a los gremios. La industria más extendida era la textil. En tiempos de Carlos III se redujeron los privilegios de los gremios. A pesar de que este sistema era el dominante en el entorno artesanal, fueron surgiendo otros sistemas que escapaban al control de los gremios. Uno de estos sistemas era el trabajo a domicilio, que consistía en que un empresario-comerciante proporcionaba los medios de producción(herramientas y materias primas)a trabajadores rurales, fuera, por tanto del ámbito urbano controlado por los gremios. Quienes compaginaban su trabajo en el campo con estas actividades industriales en sus casas obtenían unos ingresos extras al entregar el producto al empresario-comerciante que se encargaba de su venta.
Entre los planteamientos teóricos para el
desarrollo de la industria destacó el Discurso sobre el fomento de la
industria popular de Campomanes, para mejorar con ella la economía de las
zonas rurales y hacer posible su autoabastecimiento.
(Pedro Rodríguez de Campomanes)
Además, con el objetivo de proteger la
economía de la competencia extranjera se establecieron unos aranceles a
los artículos importados y fundó fábricas en las que
contaba con especialistas extranjeros para que enseñaran nuevas técnicas
de producción. De esa manera se dejarían de importar del extranjero y el dinero
no saldría de España. En 1768 la gestión directa de las fábricas se liberaliza.
El estado también fomentó la construcción naval de astilleros, para facilitar
el comercio por mar y la flota de guerra. Esta actividad se vio coronada con
éxito.
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