jueves, 26 de octubre de 2017

¡ Viva el rey ! ¡ Muera Esquilache ¡



EL  MOTÍN DE ESQUILACHE




Motín de Esquilache. Tuvo lugar en Madrid en marzo de 1766. Su detonante fue la publicación de la norma municipal que regulaba la vestimenta de los madrileños, dictada por Leopoldo de Gregorio, I marqués de Esquilache (1700-1785).


En el año 1766 estalló el conocido como motín de Esquilache, pero además otros motines en unas setenta localidades, lo que demuestra la magnitud de la protesta en pleno despotismo ilustrado. Las causas de dichos motines no están claras. Por un lado los disturbios fueron una manipulación popular de sectores políticos contrarios a las primeras iniciativas reformistas del rey, de los que se ha acusado abiertamente a los jesuitas, pero por otro lado se trata de un motín típico por crisis de subsistencia provocado por la subida de los precios de los cereales, y por tanto del pan.



En la primavera de 1766, justo en los meses previos a la cosecha, hubo una gran escasez de trigo con la consiguiente subida de precios que en ese año fue especialmente importante. Pero en este caso, además, había otro factor. 
El gobierno ilustrado había establecido una serie de medidas de liberalización económica, como la abolición de la tasa de granos por una Real Pragmática de 1765. Los ilustrados buscaban fomentar un mercado libre y no seguir con la tradicional intervención en los precios del cereal, política seguida por el poder para evitar que subiera el precio del pan y evitar conflictos. Esta fue la principal motivación para la mayoría de los motines. En Madrid se complicó con el asunto de la protesta contra la presencia de extranjeros en el poder como el famoso Esquilache. Así pues, en la Villa y Corte los amotinados además de pedir la rebaja de los precios de los productos básicos comestibles, exigieron la caída del italiano y que desaparecieran los extranjeros de la administración tomando como pretexto, la disposición del impopular Esquilache que pretendía erradicar vestimentas tradicionales como la capa larga y ale chambergo. Los amotinados del resto de las ciudades, que eran jornaleros, labradores modestos, artesanos y desocupados, se centraron en protestar por los precios altos contra las autoridades locales y los acaparadores de grano, que con sus acciones contribuían a aumentar de forma artificial aún más los precios. Reclamaban la vuelta a la tasa, a precios bajos controlados. Conviene señalar que algunos lugares de señorío, especialmente en Valencia, estos motines se complicaron con protestas antiseñoriales.

El resultado de los motines fue variado. En Madrid, el monarca, muy asustado por lo que había ocurrido a las mismas puertas de su palacio, optó por retirar del poder a Esquilache, y nombrar nuevos responsables. En realidad, el motín de Esquilache puede ser considerado un punto de inflexión en el reinado de Carlos III, ya que, a partir de entonces, además de españolizar completamente la administración, se optó por un reformismo más templado. Por otro lado, también se tomaron medidas represivas, ya que para el absolutismo era impensable aceptar rebeliones. Algunas de las medidas de reforzamiento del control de la población, con creación de algunas nuevas instituciones, tienen que ver con el pánico que la Corona tenía a las revueltas urbanas y mucho más en la propia sede de la Corte. Pero también se tuvieron en cuenta alguna de las demandas, como hemos comprobado en la destitución de Esquilache. En este sentido, se tomaron medidas en algunas localidades donde se comprobó la existencia de abusos cometidos por autoridades y acaparadores. Además, es importante destacar que el despotismo ilustrado creó dos nuevos cargos municipales encargados de velar por los intereses populares, el síndico personero y el diputado del común. También se procedió al reparto de tierras baldías y de los Concejos para aliviar las tensiones y permitir el acceso a la propiedad a jornaleros.
Leopoldo de Gregorio, I marqués de Esquilache (1700-1785)

Para determinar la culpa de los instigadores se realizó un Pesquisa Secreta llevada a cabo por Aranda y Campomanes, que encontraron como chivo expiatorio a enemigos políticos como Ensenada y a la orden de los jesuitas , que será expulsada un año más tarde, en 1767, de todos los territorios de la Monarquía Hispanica.

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