DESARROLLO DE LA RED VIARIA NACIONAL
Fueron los Borbones en el
siglo XVIII los que comenzaron a impulsar el proyecto de la mejora
de las calzadas. Su objetivo era adecuar las carreteras a la estructura
centralizada del Estado y reforzar así las comunicaciones y atender a la
demanda de los flujos comerciales que el comercio y la agricultura venían
necesitando. Con los Borbones llega el concepto de “camino real”. Dentro de
esta dinastía, especialmente Carlos III proyectará una red de caminos permanente en el país. La solución fue hacer
una red radial de caminos reales que uniría la capital
del Estado con las poblaciones más importantes. Además de unir entre otras
poblaciones menos importantes.
Dentro de
este proceso, apareció el primer mapa de carreteras
de España, tan detallados como el llevado a cabo
por los jesuitas Carlos Martínez y Claudio de la Vega entre 1739 y
1743, el primer mapa de carreteras de
España.
Para trazarlo se sirvieron de
datos astronómicos y utilizaron las técnicas cartográficas más modernas hasta
el momento. En él aparece representado el territorio peninsular,
exceptuando Galicia, Asturias, León, Castilla la Vieja (menos Ávila y Logroño)
dado que en esos territorios no se habían llevado a cabo las operaciones geométricas
necesarias. Las carreteras aparecen representadas en líneas finas de color rojo
y negro, además de utilizar signos para indicar la situación de plazas,
puentes, murallas… Aunque no aparezca representado el territorio español al
completo, es el mejor mapa realizado hasta la fecha.
Pero el gran cambio se produjo en 1761 con la publicación del
Real Decreto expedido “para hacer caminos rectos y sólidos en España”, que
facilitasen el comercio entre las diferentes regiones. Tal y como reza el Real
Decreto las operaciones de restauración empezaron por las vías principales y
continuaron por las secundarías con el objetivo de mejorar las comunicaciones
entre ellas:
“comenzando por los principales desde la Corte a las
provincias, con asignación fija, y que concluidos éstos se vayan ejecutando
todos los demás que aseguren la fácil comunicación de unas provincias con otras
y aún de unos pueblos con otros”
Esta fue la primera disposición
española similar a un plan general de caminos. Así, durante el reinado
de Carlos III tiene lugar el nacimiento de la nueva red de
carreteras con estructura radial centrada en Madrid. La obra consistía en
la comunicación de Madrid con Andalucía, Cataluña, Valencia, Galicia, Burgos y
Extremadura. Pronto se sumaron las carreteras de Madrid a Francia por Irún y de
Madrid a Badajoz y a la frontera portuguesa.
El proyecto
consistía en el ensanchamiento de antiguas vías, en el empedrado de ciertos
tramos, en el aumento de la longitud de la red e, incluso, en la creación de
nuevos trazados que acortaran distancias. Así, se conformaron dos tipos de
caminos: los de ruedas, beneficiarios de las nuevas obras de infraestructuras
realizadas, que facilitaban el traslado a través del uso de carros y carretas y
que agilizaban el transporte, proporcionando una mayor velocidad y aumentando
el volumen de mercancías transportadas por viaje; y, los caminos de herradura,
que conformaban la antigua red y que no permitían un rápido ni eficaz
transporte.
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