COMIENZA A USARSE EL AGUA DE COLONIA
Dentro de las numerosas reformas que Carlos III emprendió se encuentran los campos de la higiene y las costumbres. Cuando llegó a Madrid la suciedad y la
falta de hábitos higiénicos era evidente entre sus súbditos. Los cambios que
traía, supusieron más de una resistencia, aunque eso será materia en otras
publicaciones, pero no a todos.
(agua de colonia de uso masculino en envase de "bota")
En aquellos años, se puso de moda entre las mujeres, especialmente de
la aristocracia el uso del agua de colonia, “Eau de Cologne”, creada a
principios del siglo XVIII por el italiano de origen español Giovanni María
Farina (1685-1766). Esta fragancia al ser más suave que el perfume francés se
hizo muy demandado por la élite femenina española. Su nombre proviene de la
ciudad alemana de Colonia (Köln) donde fue creada en 1709.
(Farina mostrando por primera vez su producto)
Aunque su uso pronto alcanzó éxito en los territorios germanos, fue Francia
su principal consumidor. Primero se popularizó entre los oficiales de los
ejércitos franceses acantonados durante la Guerra de los Siete Años. Luego, ellos
mismos propagaron su distribución, pues les mandaban ejemplares a sus esposas,
novias y amigos.
Fue tan grande la demanda del agua de Colonia
en ese país, que la década de los años 1750 a 1760, se consideró prácticamente
un negocio francés.
La fama de este producto pronto llegó a
España, lo que junto a la influencia francesa hizo que ponto fuese adoptada por
las damas de la corte. Aunque inicialmente estaba pensada para ser usada por
mujeres y hombres (especialmente asociado al afeitado ya que Farina era
barbero) no tuvo tanta aceptación entre en género masculino peninsular, menos
propenso a los cambios de hábito, aunque ese aspecto ya lo veremos cuando
abordemos el motín de Esquilache.
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