EL MOTÍN DE ESQUILACHE
Motín de Esquilache. Tuvo lugar en Madrid en
marzo de 1766. Su detonante fue la publicación de la norma municipal que
regulaba la vestimenta de los madrileños, dictada por Leopoldo de Gregorio, I
marqués de Esquilache (1700-1785).
En el año 1766
estalló el conocido como motín de Esquilache, pero además otros motines en unas
setenta localidades, lo que demuestra la magnitud de la protesta en pleno
despotismo ilustrado. Las causas de dichos motines no están claras. Por
un lado los disturbios fueron una manipulación popular de sectores políticos contrarios
a las primeras iniciativas reformistas del rey, de los que se ha acusado
abiertamente a los jesuitas, pero por otro lado se trata de un motín típico por
crisis de subsistencia provocado por la subida de los precios de los cereales,
y por tanto del pan.
En
la primavera de 1766, justo en los meses previos a la cosecha, hubo una gran
escasez de trigo con la consiguiente subida de precios que en ese año fue
especialmente importante. Pero en este caso, además, había otro factor.
El
gobierno ilustrado había establecido una serie de medidas de liberalización económica,
como la abolición de la tasa de granos por una Real Pragmática de 1765. Los
ilustrados buscaban fomentar un mercado libre y no seguir con la tradicional
intervención en los precios del cereal, política seguida por el poder para
evitar que subiera el precio del pan
y evitar conflictos. Esta fue la
principal motivación para la mayoría de los motines. En Madrid se complicó
con el asunto de la protesta contra la presencia de extranjeros en el poder
como el famoso Esquilache. Así pues, en la Villa y Corte los amotinados además
de pedir la rebaja de los precios de los productos básicos comestibles,
exigieron la caída del italiano y que desaparecieran los extranjeros de la
administración tomando como pretexto, la disposición del impopular Esquilache
que pretendía erradicar vestimentas tradicionales como la capa larga y ale
chambergo. Los amotinados del resto de las ciudades, que eran jornaleros,
labradores modestos, artesanos y desocupados, se centraron en protestar por los
precios altos contra las autoridades locales y los acaparadores de grano, que
con sus acciones contribuían a aumentar de forma artificial aún más los
precios. Reclamaban la vuelta a la tasa, a precios bajos controlados. Conviene
señalar que algunos lugares de señorío, especialmente en Valencia, estos
motines se complicaron con protestas antiseñoriales.
El resultado de los motines fue variado. En Madrid, el
monarca, muy asustado por lo que había ocurrido a las mismas puertas de su
palacio, optó por retirar del poder a Esquilache, y nombrar nuevos
responsables. En realidad, el motín de Esquilache puede ser considerado un
punto de inflexión en el reinado de Carlos III, ya que, a partir de entonces,
además de españolizar completamente la administración, se optó por un
reformismo más templado. Por otro lado, también se tomaron medidas represivas,
ya que para el absolutismo era impensable aceptar rebeliones. Algunas de las
medidas de reforzamiento del control de la población, con creación de algunas
nuevas instituciones, tienen que ver con el pánico que la Corona tenía a las
revueltas urbanas y mucho más en la propia sede de la Corte. Pero también se
tuvieron en cuenta alguna de las demandas, como hemos comprobado en la
destitución de Esquilache. En este sentido, se tomaron medidas en algunas
localidades donde se comprobó la existencia de abusos cometidos por autoridades
y acaparadores. Además, es importante destacar que el despotismo ilustrado creó
dos nuevos cargos municipales encargados de velar por los intereses populares,
el síndico personero y el diputado del común. También se procedió al reparto de
tierras baldías y de los Concejos para aliviar las tensiones y permitir el
acceso a la propiedad a jornaleros.
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Leopoldo de Gregorio, I marqués de Esquilache (1700-1785) |
Para
determinar la culpa de los instigadores se realizó un Pesquisa Secreta llevada
a cabo por Aranda y Campomanes, que encontraron como chivo expiatorio a
enemigos políticos como Ensenada y a la orden de los jesuitas , que será
expulsada un año más tarde, en 1767, de todos los territorios de la Monarquía Hispanica.
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